El papa León XIV bendice un bloque de hielo como gesto contra el cambio climático. La imagen es perfecta para la propaganda globalista: religión al servicio de la nueva fe climática. La cruz sustituida por el termómetro, la Biblia reemplazada por informes del IPCC, y ahora hasta la bendición de lo efímero, un hielo que se derrite, como metáfora de la supuesta urgencia que exige más impuestos, más restricciones y más control. No es un acto espiritual, es marketing verde. Porque detrás de cada gesto simbólico se esconden contratos millonarios en energías “limpias” y políticas que condenan a pueblos enteros a la dependencia energética. Mientras los fieles buscan respuestas acerca de la vida, la muerte y la fe, se les ofrece un bloque de hielo bendecido. La Iglesia se pliega así al relato de la Agenda 2030: no consolar al alma, sino adoctrinar conciencias. Y lo llaman compromiso, cuando en realidad es rendición.