CUANDO EL TIEMPO PERMITE QUE TRIUNFE LA HONESTIDAD Y LA VERDAD SIGA SALIENDO A LA LUZ.
El 6 de mayo del 2020 regresaba al país luego de 56 días de haber estado varado en Brasil, más precisamente en la ciudad de Río de Janeiro, una de las principales urbes turísticas del mundo, donde a fines del mes de febrero se habían celebrado durante más de una semana los famosos y multitudinarios festejos de carnaval congregando una cifra record, más de dos millones de visitantes de Norte América y Europa, lugares en donde se decía ya circulaba un supuesto virus supercontagioso causando miles de víctimas.
En mis 56 días en dicha ciudad donde jamás se impusieron cuarentenas pude realizar una vida normal al igual que la mayoría de la gente y a 70 días post Carnaval no se observan en las calles, en los barrios pobres ni en los hospitales, imágenes que sugirieran la existencia de ningún desastre sanitario contrariamente a las predicciones y declaraciones oficiales de los organismos de salud, gobiernos y el relato de terror que transmitian los medios hegemónicos de comunicación.
Recordarán muchos mis publicaciones en redes sociales en aquellos tiempos cuestionando críticamente y con evidencia contundente la cantidad de incongruencias de una mega operación de terrorismo pscicológico a nivel planetario.
Mi exposición me valió desde censura hasta persecuciones y amenazas de muerte. Mi teléfono fue intervenido, me lo apagaban y encendían de forma remota borrando información.
"Te vamos a llenar las piernas de balas hijo de puta si seguís recorriendo hospitales en Río y subiendo videos a las redes", me repetían desde un teléfono de Argentina. Seguí adelante y para detenerme tuvieron que enviar un avión express de Aerolineas Argentinas para traernos de regreso a mi madre y a mí.
Cuando pisamos Buenos Aires en aquel entonces nos recibieron cuadrillas de zombies con ridículos disfraces a cara tapada y unos fumigadores con los que intentaban rociarnos las piernas y el equipaje a la distancia. Una verdadera pesadilla.
Cinco años más tarde vuelvo a viajar a la ciudad de Río de Janeiro y a mi regreso esta semana, en esta oportunidad marcando un gran contraste, fui recibido amorosamente por personal de aduana. Una hermosa mujer uniformada rápidamente me identificó y comenzó a decir en voz alta..."Es el doctor, es el doctor...", se levantó de su asiento de trabajo y dió la vuelta a la mesada para agradecerme, abrazarme y darme un beso al mismo tiempo que con firmeza y orgullo les decía a todos sus compañeros quién era yo y cómo me la había jugado desde el primer día luchando por la verdad.
Debo confesar que no me esperaba algo así, se me aflojaron las rodillas y tuve que contener las lágrimas de la emoción que este ser de luz me hizo sentir.
Qué maravillosa manera de volver a casa, sabiendo que el tiempo va poniendo muchas cosas en su lugar y que cada día somos más, gracias a Dios, los que hemos despertado y seguimos contagiando consciencia.
"No baje los brazos doctor!", me gritaba un taxista el otro día desde el medio de la avenida Maipú mientras caminaba yo por el barrio donde nací...claro que no bajaremos los brazos!
Somos equipo, somos faros y todo da la vuelta!
Un saludo de corazón y mi agradecimiento sincero por tantas manifestaciones de apoyo en todos estos años.
Leonardo González Bayona
Médico especialista en medicina familiar
MN 97.300
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