El Dr. Andy Wakefield, el investigador médico se atrevió a cuestionar el programa de vacunación, que está considerado intocable por el gobierno estadounidense.
Animado por una declaración oculta en el Registro Federal que afirmaba que "no se permitirá ninguna crítica a la vacuna", Wakefield destapó una conspiración tan vasta que amenazaba los cimientos mismos de la investigación científica y la confianza pública.
El desafío de Wakefield desató una oleada de críticas mordaces por parte de poderosas fuerzas empeñadas en salvaguardar el statu quo.
Pero ¿qué impulsó la inquebrantable determinación de Wakefield? ¿Lo motivaba un desprecio temerario por el conocimiento médico establecido, o era un profeta de la disidencia, que nos advertía de los peligros que acechaban bajo la apariencia del consenso científico?
La trayectoria de Wakefield, tiene connotaciones escalofriantes e implicaciones de la advertencia implícita en el Registro Federal y saca a ala luz la intrincada red de conflictos políticos, ideológicos y morales que atraparon a este intrépido médico convertido en denunciante.
Nos encontraremos, ante
La controvertida investigación a puerta cerrada, dirigida por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), que buscaban sofocar cualquier oposición a la polémica vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola.
El silencio de la comunidad médica ha sido ensordecedor, permaneció impasible mientras el gobierno estadounidense avasallaba a sus críticos, manteniendo la ilusión de consenso incluso cuando aumentaban las dudas sobre la seguridad de las vacunas.
La campaña de desprestigio orquestada redujo la figura de Wakefield a la de un paria, con los principales medios de comunicación haciendo cola para condenarlo, silenciando cualquier otro debate público sobre el tema.
Así es fácil comprender mejor el legado injustamente difamado del Dr. Andy Wakefield, però ahora te enfrentarás a la constatación de que, ante una consolidación del poder sin precedentes, incluso los bastiones de la investigación humana defendidos con más fervor pueden sucumbir a las implacables presiones de la conveniencia política