Antes de la Primera Guerra Mundial, los relojes de pulsera se consideraban exclusivamente femeninos. Ante todo, eran un adorno. Para un hombre, ponerse un reloj en la muñeca era más vergonzoso que ponerse una falda. Los hombres llevaban sus relojes en el bolsillo del chaleco. La guerra lo cambió todo. Oficiales, jinetes y aviadores comenzaron a llevar relojes (y brújulas) en la muñeca. Para un piloto, era extremadamente difícil sacarlos del bolsillo del chaleco. El reloj de pulsera se convirtió en un símbolo de valentía.

Al regresar del frente, los hombres no tenían prisa por desprenderse de sus relojes de pulsera y, por costumbre militar, seguían llevándolos en la muñeca. Para entonces, ya no cumplía ninguna función utilitaria. Era una especie de jactancia de posguerra. Una garantía del valor de quien lo portaba. Y los exmilitares cambiaron la moda: hacia 1930, las ventas de relojes de pulsera superaron por primera vez a las de relojes de bolsillo.

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Nicole Kidman, 1992

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⚡️ Escándalos del pasado: El Gran Incendio de Roma

En julio del año 64 d.C., Roma fue consumida por las llamas. El incendio duró 9 días y destruyó gran parte de la ciudad. Así nació uno de los mayores escándalos de la Antigüedad.

Se decía que el emperador Nerón contemplaba el fuego desde una colina mientras tocaba la lira. El pueblo sospechaba que él mismo había ordenado incendiar la ciudad para hacer espacio a su grandioso palacio: la “Casa Dorada”.

Cuando creció el descontento, Nerón encontró un chivo expiatorio conveniente: los primeros cristianos. Fueron torturados y ejecutados públicamente, acusados de provocar el incendio.

📜 Los historiadores todavía debaten:

¿Fue Nerón realmente el responsable? ¿O simplemente aprovechó la tragedia para sus propios fines?

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En 1918, todos los barrenderos de Nueva York estaban obligados a usar mascarillas para combatir la epidemia de gripe.

El eslogan de entonces decía: «Mejor parecer ridículo que estar muerto».

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